Trabajo Final - Ana Paula Carreras


Cualquier semejanza con la realidad...

es pura coincidencia


“(…) Los medios son hoy un actor fundamental de lo que está pasando en el país. Son sin duda un actor de la guerra, y a veces, pocas, son un actor de la paz. Pues en lo que les ha convertido, desgraciadamente, el tipo de temporalidad que producen, es en dispositivos de borramiento de la memoria, y por tanto de desinformación. Sin pasado, sin contexto, y sin futuro, los medios son en su conjunto un gran dispositivo de desinformación. Y cómo ser ciudadanos hoy sin información?”

Jesús Martín Barbero[1]


Que no nos endulcen los oídos…

El tan afamado refrán “dime con quién andas y te diré quién eres” en la época de la masividad, debería ser readaptado para quedar más a tono con las nuevas condiciones de comunicación en las que nos desenvolvemos. Tal vez hoy no sería un delirio pensar en términos de “dime qué ves, qué escuchas, qué lees y te diré qué crees”.


Condicionados todos por la mirada que nos ofrecen hoy los medios masivos de comunicación, asistimos sin lugar a dudas a un fuerte cuestionamiento sobre el papel social y político de estos actores en la construcción de la realidad. Hablamos de construcción, ya que, como sostiene la Licenciada en Comunicación Social, Karina Arach Minella,no se puede pensar la realidad si no es en términos de una construcción. Existe algo de lo objetivable pero también existe algo de orden de los sujetos que interpretan esa realidad y que a esa realidad le dan una forma determinada, un modo determinado. Al respecto de los medios masivos, nos construyen sin lugar a dudas, algo que nos hacen creer que es una realidad y me parece que ahí está lo peligroso, porque todos aquellos que se sientan a ver tele, se sientan a escuchar radio, o se sientan a leer el diario, creen que la experiencia que tienen con esos medios es la pura realidad.”

Azotados por la cantidad de información que circula a nuestro alrededor, nos vemos inmersos en un gran dilema: ¿Hasta qué punto lo que dicen los medios es realmente lo que sucede?, e incluso, ¿qué nos dicen los medios hoy en día?

Como bien explica el semiólogo uruguayo Fernando Andacht, en De signos y desbordes: semiótica y sociedad, “la coexistencia de muchas interpretaciones del mundo parece ser una de las características de nuestro mundo moderno: la rivalidad entre concepciones alternativas del mundo social es a la vez una ventaja, el pluralismo, y un problema, la incertidumbre. He aquí el dilema del hombre moderno: está sometido al tironeo de muchas versiones posibles sin que ninguna sea la segura y definitiva. Nuestro hombre actual vive dentro de una ‘pluralidad de mundos’: un ir y venir entre estructuras competidoras y a menudo contradictorias, que hace que cada una de ellas salga debilitada por su coexistencia involuntaria con las demás.”[2]

Es cierto que socialmente se vive una suerte de maduración en la mirada respecto a todo lo que se ve y se escucha, pero también es verdad que ese proceso no es para todos, y la ingenuidad sigue haciendo estragos en las perspectivas de muchos individuos que aún no se conforman como sujetos críticos de lo que consumen como información y se estancan en los halagos a sus oídos que reciben por parte de los mass media. ¿El motivo? A nadie le gusta oír lo que no quiere escuchar. Y además, tal como afirma el periodista Luis “Coni” Cherep, “hace falta una sociedad que tenga en claro qué está leyendo. El problema es cuando la sociedad recibe la información construida creyéndola objetiva e ignorando los intereses del medio que la construye.”

De todas formas, está claro que abandonar ese rol imparcial no es un proceso sencillo en un mundo mediático con tanta pluralidad de visiones, por lo que discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y lo falso, resulta tan complicado que el sujeto sigue quedando parado, en una especie de pausa, frente a ese tipo de dicotomías que sólo llevan a aumentar su crisis de credibilidad.


¿El fin justifica a los medios?

En 1997, el director cinematográfico Barry Levinson, lanzaba el film Wag the dog, película que desde las mismas traducciones de su nombre, ya generaba impacto. Conocida como Cortinas de humo, Poder que mata y, en nuestro país, como Mentiras que matan, el largometraje, a modo de comedia satírica, cuenta cómo dos agentes que trabajan para el gobierno estadounidense y un productor de Hollywood, tienen que reunirse y planificar cómo harán para ocultar en los medios un desliz del presidente con una muchacha mucho menor y los rumores de acoso sexual que ello implica. Ante lo cual, no hay mejor salida que inventar una invasión a Albania, que distraiga y mantenga orientada la opinión pública hacia otro lado. Lo curioso de la cuestión es justamente eso, “inventar”, pues todo es una farsa diagramada, producida, ejecutada y reproducida desde y por los medios de comunicación. Una acción audaz que deja al desnudo la corrupción mediática y el extremo al que puede llegarse manipulando la información y creando realidades ficticias con el único fin de conservar intereses particulares. Una película tan corrosiva, excelentemente pensada y lograda que, de tan real que parece, logra abstraernos y dominar también nuestra percepción, esta vez para acercarnos, sin ir más lejos, a nuestra propia realidad: la manipulación que encabezan los medios masivos, cuestión crucial que nos hace repensar algunos interrogantes… ¿Hasta dónde son capaces de llegar los medios para proteger sus propios intereses? ¿Cuán alto puede ser el engaño que están dispuestos a ejercer para tergiversar la realidad?


A pesar de algunas exageraciones y escenas satíricas, el film de Levinson es un disparador que nos invita a reflexionar sobre el lugar que los medios ocupan en las sociedades contemporáneas respecto de la construcción de la realidad, y eso alude a una posición que se tambalea sobre la cuerda floja intentando recuperar el equilibrio.


Como bien reconoce Cherep desde su labor en los medios, “en realidad la radio, la televisión, los diarios, lo que hacen es fragmentar un pedazo, cuentan un pedazo de la realidad, no cuentan la realidad. Además eso es una pretensión de los medios de comunicación, eso de decir que nosotros contamos lo que pasa. Contamos una parte de lo que pasa y contamos solamente una parte de lo que queremos que pase. Los medios generalmente se hacen cargo de lo que termina ocurriendo, que advirtieron que ocurría, pero nunca se hacen cargo de lo que advirtieron que iba a ocurrir y no ocurrió. Asumen la profecía autocumplida pero no asumen la profecía no cumplida. Definitivamente la realidad es una cosa muy diferente a la que pasa en los medios. En algunos casos coincide un fragmento de la realidad con lo que cuentan los medios, y en algunos casos esos son fragmentos sacados de contexto que no responden necesariamente a lo que la gente piensa o a lo que a la gente le pasa.”

Muchos teóricos de la comunicación desde hace años investigan el papel que los medios juegan en la construcción de sentido e imaginarios comunes, pasando por Habermas y sus conceptualizaciones acerca de la opinión pública, siguiendo por Barbero y su estudio sobre los medios y las mediaciones, y dejando sin nombrar a tantos otros referentes que de manera muy interesante han expresado la importancia crucial de repensar la comunicación en tiempos no sólo de crisis, sino también en épocas plasmadas de cambios políticos, sociales y culturales sumamente acelerados que requieren de un fortalecimiento más responsable de los medios de comunicación, sobre todo si insistimos en una hipótesis comprobada: los mass media ejercen una sutil forma de dominación ideológica que resulta sumamente peligrosa ya que lo que vemos no es lo que creemos, y peor aún, creemos lo que en realidad no vemos.


Clausurar la fábrica de la desinformación

Es cierto que ha quedado atrás la mirada ingenua de pensar que existen medios masivos totalmente libres donde los comunicadores pueden manifestar lo que piensan sin condiciones. Eso es una gran utopía que se quedó en las publicidades de “periodismo independiente”, pero hace rato ha caducado.

También está a la vista que hay una mirada más crítica sobre la comunicación, ya que la gente exige información de calidad y cada vez aumenta más la desconfianza hacia las fuentes periodísticas. Abrir los ojos es un punto importante en el proceso, es un primer aspecto para empezar a mejorar nuestra condición de ciudadanos, para lo cual informarse sinceramente es clave.

Hay manipulación, hay intereses en juego, hay disputa por el poder, y muchos factores entrelazados que nos demuestran que cada medio tiene una posición desde la cual construye lo noticiable. ¿Lo positivo? Hoy, poco a poco, van quedando al descubierto todos los cuestionamientos y las dudas sobre la aparente independencia e imparcialidad que los medios dicen tener a la hora de construir la información.

Cherep afirma que: “La idea esa ingenua, romántica, de que nosotros decimos lo que pensamos puramente y de que nosotros sólo decimos la verdad, eso es un gran autoengaño. Nosotros decimos lo que podemos decir, decimos en muchos casos lo que nos conviene decir, y en muchos casos decimos lo que alcanzamos y limitadamente podemos decir. Yo ya no me creo esa historia de ‘yo digo lo que pienso caiga quien caiga’, eso es mentira, uno dice lo que piensa en la medida en que puede (…).”

Siempre existen y seguirán existiendo condicionamientos para la prensa, y es dudoso pensar que la manipulación desaparezca, pero es importante bregar por un cambio de actitud, para lo cual quizás la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual sea un primer paso hacia adelante. Y en esto coincide la Licenciada Arach Minella, cuando expresa que: “(…) el cambio se puede empezar a generar a partir de la aprobación de la ley, la nueva ley de medios audiovisuales, pero va a llevar mucho tiempo que los medios de comunicación cumplan alguna otra función además de enriquecer a los poderosos, pero no creo que eso sea rápido, eso va a llevar tiempo. Sin embargo, creo que está averiado el sistema de medios como una totalidad, y se pone interesante.”

Pensar nuevas funciones o actitudes que muestren realmente que el papel para el que fueron creados los medios de comunicación masivos es ejercido con responsabilidad y seriedad es una meta por alcanzar. Se hacen necesarios cambios de base, y para ello, tal como lo demuestra la historia, deben generarse quiebres estructurales importantes en el modelo vigente. La comunicación y las formas de hacerla tal como hoy lo vivimos, está en crisis, primer signo importante para confiar en que pueden tener lugar rupturas que colaboren en la educación de los medios como formadores de opinión, y en el planteamiento y desarrollo de una nueva forma de comunicar más democrática, confiable y responsable. Los cambios son acelerados, los procesos suelen ser lentos, pero la arena del reloj ya está cayendo.

Ana Paula Carreras





[2] ANDACHT, Fernando (1989): De signos y desbordes: semiótica y sociedad. Monte Sexto. Montevideo.


BIBLIOGRAFÍA

-ANDACHT, Fernando (1989): De signos y desbordes: semiótica y sociedad. Monte Sexto. Montevideo.

-MARTÍN BARBERO, Jesús (1998):Los medios, memoria y olvido.

-Película: Wag the dog (1997), de Barry Levinson.


ANEXO

Entrevista a Karina Arach Minella

Algunos datos acerca de Karina Arach Minella

Entrevista a Luis "Coni" Cherep

Algunos datos acerca de Luis "Coni" Cherep



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